martes, 13 de julio de 2010

Obsesionada

"Otro vampiro, al que no había visto al inspeccionar rápidamente la casa, había venido a ayudar a su amiguito. Y, oh sorpresa, era más rápido que yo. Como siempre. Por suerte yo solía ser más perra".Violeta Sanz.


El lagarto de pesadilla se paró en el aire a un par de metros de mí. Mi sable, con un mango largo, estaba concebido para ser usado a dos manos. Pero si lo agarraba solo con una tenía mayor alcance. Calculé que más o menos, si avanzaba la pierna derecha, cambiaba el punto de equilibrio desplazando mi peso hacia delante y le lanzaba una estocada, no lo alcanzaría por poco. Así que seguí expectante.
Noté que él también estaba a la espera, observándome sin perder detalle. Supuse que debía percibir mi lado humano pero también quién fue mi padre. Recordé que el animalito no sabía hablar y lo hice yo en su lugar. No tuve que fingir para no dejar traslucir el miedo en mi voz. Al fin y al cabo, podía ser un imponente hijo de dragón con aguijón venenoso en la cola, pero no daba ni la mitad de miedo que yo. Porque, en este plano, mi parte súcubo se acentuaba. Mis cuernos crecían más altos y ásperos, mis dedos se alargaban en garras curvas y se afilaban las puntas de mis cuatro colmillos. Y mi sable, el que había heredado de mi padre, mostraba su verdadera naturaleza: una hoja demoníaca con runas labradas y capaz de alimentarse, haciéndose más fuerte, con la sangre derramada. Después de todo, no en vano era mi abuelo el ser más peligroso y terrorífico de la sexta dimensión demoníaca.
Soy la cuarta en la sucesión al rey. Llévame al palacio.
Por un momento pareció que inclinara la cabeza reconociendo mi linaje. Pero enseguida su largo cuello recuperó su posición y se abalanzó contra mí. Lo estaba esperando. Qué decepcionante era que mi olor a humana impidiera que se me diera el debido respeto. Ensanché mi sonrisa. Tanta gilipoyez emocional me había dado ganas de acción.
Firmemente asentada en la tierra, alcé el sable del suelo pasándolo por delante de mi cuerpo, lo empuñé con ambas manos, lo giré y a la vez lo levanté con fuerza hacia él, obligándolo a desviarse al provocarle un corte en la mandíbula.
El wyvern se retiró un poco hacia atrás, batiendo sus enormes alas para permanecer suspendido en el aire. Mientras el filo de mi sable brillaba al consumir su sangre verdosa, lo bajé y volví a girarlo. Rápidamente, sin dar tiempo al demonio menor a reconsiderarme, pasé de lo que si hubiera estado luchando sin sable habría llamado Narani Sogi a un Gunnun Sogi, desplazando mi pie derecho y mi peso hacia detrás, al tiempo que levantaba el codo derecho y acercaba el mango del arma hacia dicho costado. Y me lancé hacia delante, con la misma pierna y extendiendo los brazos, tomando así impulso para el salto con el que pretendía llegar hasta el lagarto.
Apoyada en mi pie derecho, giré hacia mi izquierda levantando primero dicha pierna y despegué del suelo. Salté medio metro, pues era lo que me permitía en esta dimensión mi fuerza semidemoníaca. Al mismo tiempo, desde mi abdomen tenso, roté omóplatos y mis brazos hicieron girar el sable limpia y rápidamente. Cuando mi hoja salió del círculo que yo le había marcado al mover mis brazos sobre mi cabeza, su curvado filo se aceleró en una línea fuerte y descendente hacia abajo, segando la tripa del wyvern en su mortal trayectoria. Ah… física. Impulso, fuerza, aceleración, masa… qué haría yo sin ellas. Por suerte también funcionaban en casa. Aterricé sobre el suelo. Primero la pierna izquierda y seguidamente la derecha. Chorros de sangre corrosiva barrieron el estrecho islote a mis espaldas. Las aguas carentes de vida del estanque azotaron mis pies, intentando arrastrarme con ellas. Pero si bien yo había aterrizado cerca de la abrupta orilla, mi postura era fuerte: espalda recta, pierna de delante flexionada, ambas plantas de los pies apoyadas y sable hacia el suelo. Sonreí complacida. Hacía días que no me divertía tanto.
Dejé que la euforia me durara unos segundos, sin moverme. Deseaba que la bestia viera mi desdén hacia ella al estar presentándole la espalda, segura de que no podría dañarme. Y en realidad lo estaba. Pues conocía a los wyverns y sabía que el profundo tajo que le había dado lo incapacitaría por lo menos unos buenos cinco minutos.
Arqueé una ceja burlona ante el remolino (otro día será, baby) y me giré. El lagarto había aterrizado en el islote, presentándome su cabeza sumisa contra el suelo y su cuello disponible.
Qué encantador. El dominio del más fuerte.


5 comentarios:

  1. ¿Es un relato suelto o la continuación del pozo de las almas?
    Me ha gustado mucho. Muy chula la acción. Me mola el personaje de Violeta.
    Pero si es la continuación creo que me he perdido algo.
    Besitos!

    ResponderEliminar
  2. ¡Gracias por comentar!!!
    No, es un trozo suelto de lo que llevo desde las 7.30 am atada a la pata del pc corrigiendo.
    Y lo que me preguntas de la erótica, es que se me da muuuuy mal. A diferencia de ti. Voy a tener que ponerme las pilas para la novela que voy a empezar a escribir este miércoles, la de cifi, porque allí no me va a quedar más remedio que meter escenas de sexo.

    ResponderEliminar
  3. Mira que dudo que se te dé mal XDD.
    De todas formas, estoy por aquí para lo que necesites. Experta no soy, pero si te puedo ayudar en algo... (ya te sonsacaré información yo sobre catástrofes naturales, jiji)

    ResponderEliminar
  4. Amaya, he leído varias cosas de las que tienes en el blog.
    Veraderamente admirable. No soy quién para establecer una crítica literaria de valor sobre los textos pero,igual que al alumno le gusta una clase cuando el maestro se apasiona por la materia, puede decirte que el lector disfruta de estas páginas porque destilan el placer lúdico de la autora al permitirse soltar amarras y liberar sin complejos su imaginación.
    Mi más sincera enhorabuena. Admiro la creatividad y la aprecio quizá porque carezco de ella para ser un artista como vosotros.
    Si no te cansa seguiré tu blog y, de vez en cuando, introduciré algún comentario.
    Un fuerte abrazo.

    ResponderEliminar
  5. Madre mía...
    encantada de que alguien capaz de citar tantos libros memorables se pase por mi blog.
    Gracias por comentar.

    ResponderEliminar

Gracias por dejar tu comentario