miércoles, 14 de julio de 2010

Violeta, el arma.


Hola, padre. Muy amable por venir a visitarme. Podrías haberlo hecho hace cuarenta años cuando pensaba que te habían decapitado.
—Veo que sigues en la misma casa que te buscaste tras mi “muerte”. ¿Sentimentalismo? –y me lo decía tan fríamente. ¡Qué huevos!
—No, pragmatismo –yo también sabía poner cara de póquer —. Más cómodo vivir en el mismo sitio que mudarme. Nada que ver con que esto –señalé a mi alrededor— me traiga recuerdos. Ya ves que me he desenvuelto muy bien. ¿Se trataba de eso? ¿De ver si la nenita era dura? Y yo que pensaba que, para una súcubo, con estar buena ya valía…
—Más o menos –pegó un trago de su cerveza y cambió la posición de sus piernas. Nada, que por acomodarse no quedara.
—¿Más o menos?
—En realidad, tu abuelo y yo necesitábamos que crecieras jugándote la vida y saliendo adelante tú solita. Y en el plano humano, para aprender a lidiar con tus emociones. Mi pregunta es si lo hemos conseguido. ¿Tú que crees?
—¿Me estás preguntando si soy una cabrona insensible? —me quedé unos instantes considerando mi respuesta—. Hasta hace poco te habría dicho que sí. Y me habría equivocado. 
Releyendo el libro, me encuentro con un montón de diálogos tan surrealistas como éste. Pero qué esperaba. Al fin y al cabo Violeta puede aparentar no ser más que una chica dura, una semidemonio con conciencia, pero es mucho más. Jamás osaría comparar mi libro con El juego de Ender. Pero acabo de darme cuenta de que tienen algo en común: ambos pretender formar a un guerrero. En mi caso, al arma definitiva. Y la pobre Violeta tiene que pasar por un auténtico (y literal) infierno, tanto en su niñez como en su adolescencia. Todo para ser "autoeducada" como la única súcubo capaz de lidiar con su humanidad. Y con el pozo de todas las almas.

3 comentarios:

  1. Lo dicho!! Sigue poniendo más relatos!!!
    Que quiero ver cómo se forma esa guerrera medio humana medio súcubo.
    Por cierto, no conozco El juego de Ender, voy a tener que buscarlo.
    Un beso!

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  2. No entiendo mucho del género que desarrollas (en realidad no entiendo mucho de nada), pero me parece que llegas al lector sin descuidar el trato psicológico del personaje. Me resulta curioso como, en un género fantástico, adoptas el canon de la novela realista, es decir, en la que la vida real, material, social, lo que ocurre por fuera, es la que va construyendo la conciencia en el interior de los personajes, o al menos es lo que deduzco de la lectura de este breve fragmento. Escribes muy bien, eres capaz de conectar con el lector y creo que no te faltan ganas ni voluntad. Deberías colgar de la chimenea de tu casa de campo (como hizo Émile Zola en su despacho) este lema "Nulla dies sine linea" ("Ni un día sin escribir").
    Hasta pronto.

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  3. Voy a acabar sonrojándome. (¡Ojalá!)
    Pensando en el género, la verdad es que muy típico no es, no.

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